jueves, 30 de octubre de 2008

DAXTER: EL SUPERHÉROE PROPULSADO


Mientras los esbirros del Barón, líder autoritario de Villa Refugio, mantienen detenido y encarcelado a Jak, su pequeño y peludo compañero de aventuras, Daxter, trata de ganarse la vida trabajando en una empresa de fumigación de insectos, a la espera del momento en que poder liberar a su amigo.

Esta es la trama principal del videojuego Daxter, un spin-off de la saga virtual Jak & Daxter. En este cartucho, únicamente editado para PSP, nuestro héroe explora Villa Refugio, en solitario, armado con un matamoscas electrificado y un fumigador.

Y es de éste fumigador de lo que me dedicaré a divagar en el próximo rato.

A lo largo del juego, en determinados puntos, es necesario saltar largos acantilados, algo imposible de realizar si no se aplica sobre Daxter una fuerza que contrarreste su peso y evite su caída libre.

Para poder avanzar en la historia, a las mentes pensantes que diseñaron el videojuego se les ocurrió la maravillosa idea de utilizar el fumigador, apuntándolo hacia abajo, como propulsor de Daxter.


Llegados a este punto, comenzaré a analizar la tropelía cometida contra la física en este juego.

Puesto que Daxter no sufre ninguna aceleración vertical durante el proceso de propulsión es evidente que está, en dicha componente, en equilibrio estático. Aplicando la segunda ley de Newton:


Este hecho es posible según la cantidad de pesticida que se expulse en cada momento.

No obstante, cuando Daxter intenta, una vez ya en el suelo, acabar con los odiosos bichos, la fuerza de propulsión que actúe sobre él ha de ser, en módulo, la misma, mientras que la única fuerza que puede evitar un retroceso atroz es el rozamiento con el suelo.

Ahora bien, sabiendo que el módulo de la fuerza de rozamiento es el producto del coeficiente de rozamiento por el módulo de la fuerza normal que ejerce el suelo contra él:


Teniendo en cuenta que el coeficiente de rozamiento existente entre las patas de un roedor y el suelo es menor que 1, es de suponer que, al apretar el gatillo de su poderosa arma, Daxter saliese disparado contra la cámara subjetiva ubicada tras él.

Adiós a salvar el mundo... y adiós a la pantalla de mi PSP.

miércoles, 22 de octubre de 2008

CONVERSACIONES ENTRE ENTS

Si viajo a Liliput, tendré que llevarme a mi perro para poder oír a los pequeños habitantes (mi perro y yo nos entendemos bastante bien).


Esta fue la conclusión que extraje el otro día en clase, tras analizar la relación entre la frecuencia de la voz de un individuo y su tamaño.


Las cuerdas vocales de los animales, incluido el hombre, son pequeños músculos cuya tensión puede variarse a voluntad. Al abrirse o cerrarse parcialmente, producen las vibraciones del aire que dan lugar al habla o a la emisión de sonidos. En primera aproximación, pueden asimilarse a una cuerda de una longitud determinada sometida a una cierta tensón..Una vez fijada la tensión y la densidad de la cuerda, la frecuencia de vibración de la misma, que es igual a la del aire que la rodea, resulta ser inversamente proporcional al cuadrado de su longitud. Ésta está relacionada con una longitud característica como, por ejemplo, el tamaño del animal.


Sin embargo, una vez llegados a este punto, me siento intrigado: si la frecuencia de una onda y su período son inversamente proporcionales, ¿de qué manera afectarán las leyes de la escala en el período y este en el habla?


Puesto que frecuencia y el período de una onda son inversamente proporcionales, siguiendo con nuestro sencillo, pero efectivo, modelo de aproximación del funcionamiento de las cuerdas vocales, podemos deducir que el período de la onda es directamente proporcional al cuadrado de la longitud de la cuerda, y también al cuadrado del factor de escala empleado para aumentar la cuerda.


Investigo un poco y, leyendo, descubro que un gigante de Brobdingnag tardaría más de dos minutos en decir ‘Buenos días’.


Esto me suena...



Hace unos años leí El Señor de los Anillos. Las dos torres. Durante la Cámara Éntica, Bárbol le responde al hobbit Merry, ante sus protestas por la larga espera de una conclusión: ‘Es complicado, para un Ent, hablar. Además, algo que valga la pena ser dicho debe llevar tiempo.’


Más allá de la complejidad de la lengua ent (a mí me cuesta hablar en alemán, pero no tardo una hora en decir ‘Hola. Estos son mis amigos: no son orcos ni peligrosos.’), supondré que los ents emplean, como los humanos, un sistema de cuerdas vocales y cavidades resonantes para poder dialogar.


A partir de aquí, me propongo calcular la longitud de las cuerdas vocales de los ents y, según el factor de escala obtenido, la frecuencia de la voz de estos extraños árboles.


Teniendo en cuenta que la media de palabras por minuto a la que habla un humano es de unas 60 y que la de un ent, hablando en nuestra lengua, es de unas 7, es fácil deducir que el factor de escala al cuadrado es 60/7, es decir, que el factor de escala entre las cuerdas vocales de un humano y de un ent es casi 3 (las cuerdas vocales del ent serían tres veces las de un humano).


Sabiendo que la frecuencia media de voz de un varón humano es de 150 Hz, la frecuencia de voz media de un ent sería:

150 x 1/(3)2 = 16.6 Hz


Las frecuencias que el oído humano puede percibir, para un nivel de intensidad del sonido suficiente, se sitúan entre 20 y 20000 Hz.


Podemos pensar que los hobbits tienen un oído más sensible que el nuestro, pero es imposible que Gandalf pueda mantener una conversación con el viejo Bárbol.


Llendo un poco más allá, si un ent hablase a una frecuencia de 20 Hz, según la encuación de arriba (sustituyendo el 3 por una incógnita y despejándola), el factor de escala en este caso sería igual a 2.7.


En conclusión, el viejo Bárbol, un roble curtido en mil batallas (mil una contando el asedio a Isengard) necesitaría la ayuda de un pequeño olivo que le sirviese de intérprete para poder ayudar a salvar la Tierra Media.